Los idiotes son aquellas gentes que sólo se ocupan de sus asuntos, que viven pendientes de su ombligo sin interesarse por el bien común. Cuando llega el momento de votar, al idiote solo le preocupan sus intereses, “sólo siente el mal público cuando afecta a sus intereses particulares” en palabras de Tito Livio. Dicho en román paladino, el idiote es un egoísta como la copa de un pino que da la espalda al colectivo, lo que le lleva a comportarse como un perfecto idiota según las acepciones de la RAE: “Tonto, corto de entendimiento”, y también “engreído sin fundamento” (una cosa suele lleva a la otra). El idiota no es consciente de que viaja en una barca común y que, por mucho que se emperre en subir a lo más alto del mástil, pisando las cabezas que tuviera que pisar, si la barca se hunde más le vale desarrollar branquias porque se ahogará con el resto de los viajeros.
Interesante reflexión acerca de la época en que vivimos, donde el negacionismo científico y una visión antojadiza de la realidad se difunde cada vez más y es aceptada por muchos como la verdad única.
Ahí sí 😉
Respecto al idiota, es un buen momento histórico para repasar ese concepto. Las personas siempre vamos a tener intereses particulares, o sea, yo necesito estar bien para preocuparme del resto pero en esta época se ha explotado un montón la emotividad, más que nunca para conseguir poner en línea intereses político económicos. Por ejemplo, detrás de todo el negacionismo del cambio climático norteamericano están empresarios conservadores que se ven directamente afectados por cualquier medida de mitigación que se aplique.
Por eso mismo creo que es importante no usar este tema para ridiculizar a la gente, ya hubo suficiente de esto.
No se trata de ridiculizar, sino simplemente decir las cosas como son y a partir de ahí generar consciencia. El problema en esta época, creo yo, es que la desinformación es más fácil de difundir que la información. Redes sociales como twitter o tiktok que generan capsulas de contenido muy breve son ideales para eso. Pero también, el excesivo “intelectualismo” también contribuye a eso. Muchos intelectuales y gente del mundo de la ciencia ve con desprecio a los divulgadores cientificos que intentan simplificar y facilitar el acceso a contenidos. Al final, todos debemos colaborar, y ser rigurosos en lo que compartimos y promovemos.